sábado, 10 de mayo de 2008

La calidad en la escuela


En la actualidad existe la necesidad de ofrecer servicios de calidad en todo el mundo, y el ámbito de la educación, por su naturaleza formativa, debe ser el primero en poner el ejemplo. La escuela, al ser el lugar donde los seres humanos aprenden a trabajar, a relacionarse, a solucionar problemas y a convivir, tiene una gran responsabilidad. La responsabilidad de ofrecer una educación de calidad y hacia la calidad, a través del análisis de aquello que se ha realizado de manera adecuada y aquello que no; asimismo debe asumir la responsabilidad de mejorar cada día, buscando las estrategias adecuadas para ello.

La escuela es un gran sistema compuesto de tres subsistemas: el de los maestros, el que conforman los alumnos y el subsistema que conforman los padres de familia. Por lo tanto una educación de calidad se obtiene únicamente con el funcionamiento adecuado de cada una de estas partes. Sólo con el esfuerzo y la colaboración de cada una de ellas y el compromiso de ser mejores como personas es que crearemos un bienestar propio, el cual a su vez, generará un bienestar auténtico en los demás. Sólo por medio del trabajo colaborativo entre alumnos, padres de familia y maestros es que conseguiremos evolucionar como sistema y generar cambios importantes y reales en nuestra sociedad.

Al ser la misión de la escuela formar seres humanos integrales, funcionales y productivos para la vida de un país debemos reconocer que ésta sólo se logra de manera real, por medio de una cultura de calidad, congruencia y perseverancia, como fruto del trabajo hecho de manera consciente, con el pleno conocimiento de aquello que se realiza, cómo se realiza y su trascendencia. Lo anterior permitirá alcanzar la efectividad en la labor que llevamos a cabo dentro de una escuela.

Una forma objetiva de percibir el mundo, con toda su belleza y sus dificultades, así como nuestra capacidad de auto-conocernos y auto-evaluarnos como seres humanos y como comunidad educativa, será lo que nos conceda la libertad de identificar nuestras fortalezas y áreas de oportunidad y verlas como retos, trabajar en ellas en función de nosotros mismos y nuestra misión.

En conclusión, en la formación de seres humanos para quienes la calidad sea una forma de trabajo así como una forma de vida, es indispensable que la escuela ingrese en una cultura de calidad para sí misma, a través de un diagnóstico que nos permita conocernos desde las tres distintas perspectivas y por lo tanto mejorar.

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