domingo, 25 de mayo de 2008

Una comunidad de aprendizaje


En el pasado y todavía en la actualidad, la educación estaba enfocada en la acumulación de conocimientos a través del dictado y la memoria de éstos. La tecnología era escasa y sus componentes muy costosos. Aún hoy, a pesar del avance de la tecnología, para muchos sigue siendo inalcanzable y todavía la enseñanza va del maestro hacia el alumno.
La educación se imparte en un edificio y a veces los padres todavía perciben a las escuelas como guarderías. Los profesores son profesionales “autorizados” y eventualmente los alumnos son como menciona Paulo Freire, los educandos en quienes se depositan todos los conocimientos y que nunca dejan de ser “los que no saben y hay que educar”. Ocasionalmente la industria percibe a los graduados como trabajadores en una cadena de montaje.
Los resultados de este tipo de educación los conocemos. Nuestro país se encuentra en una situación no tan diferente a la del pasado; todavía existe una condición grave de pobreza e ignorancia; los resultados en evaluaciones internacionales son preocupantes y todavía existe un país dividido entre los que “saben” y los que no.
Son estos resultados los que han evidenciado nuestras carencias, nos han despertado y por lo menos podemos ya darnos cuenta de ello, lo cual es un gran avance.
Es preciso que reconozcamos que la educación de ahora ya no puede ni debe ser como la de antes.
Que comprendamos que maestros y alumnos, debemos formar entre todos una comunidad de aprendizaje que no sea en una sola dirección, sino una manera que nos coloque tanto a alumnos como a maestros en el lugar de seres humanos con libertad y autenticidad de pensamiento, capaces de aportar y al mismo tiempo aprender. Cuando percibimos la educación desde este sitio, comprendemos entonces que cualquier persona es alumno y maestro a la vez; que los conocimientos se construyen socialmente y son reinventados dependiendo del contexto, que la escuela se encuentra en todas partes, que también es un lugar en el cual los padres pueden aprender, y que podemos relacionarnos con el otro con tanto respeto y confianza que nos volvemos promotores de aprendizaje y crecimiento en nosotros y los demás.
Es lo dicho pues, el panorama de libertad y desarrollo que deseamos en un futuro no muy lejano y el maestro por lo tanto es y debe ser un revolucionario, aquél que tiene el poder de transformar su propia vida y tiende a su liberación y por ende a la de sus alumnos.
Considero que aunque hay mucho por hacer, como país estamos dando un primer paso, que es el de identificar y proyectar una sociedad educativa para el futuro. Nosotros, como integrantes esenciales de este ámbito no podemos más que orientarnos de la misma manera.

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